domingo, 31 de enero de 2016

#LaSelvaDeConcreto: Beneficios de abrazar a un árbol y su energía revitalizadora



No hace falta ser un “hippie” ni activista ni defensor de la naturaleza para conocer y comprender la importancia de los árboles en nuestras vidas y el planeta. Numerosos estudios han demostrado que la naturaleza es un factor determinante en la salud de las personas. Sin marcar una diferencia contundente, la naturaleza brinda una especie de alivio a enfermedades tanto físicas como psicoemocionales; se trata realmente de un proceso en el que se regresa a la fuente del espíritu para renovarse.

Somos parte de un intercambio constante de energía. ¿Vieron Avatar? Bueno, así, aunque no sea visible para nosotros, estamos conectados con el universo y no se trata de ficción o fantasía, la ciencia lo ha presentado como un hecho.

Los árboles brindan no sólo oxígeno y madera, también una importante fuente de energía sanadora que interactúa entre sí. En su libro Blinded by Science, Matthew Silverstone comprobó que la energía vibracional de los árboles y plantas brindan una serie de beneficios a la salud de los humanos. Por ejemplo, los árboles poseen energía de grounding permitiendo usar la fuerza para extenderla positivamente hacia los demás.

Es decir, un árbol cuando se toca –o se abraza– tiene una vibración única que afecta nuestro cuerpo en maneras maravillosas al entrar en contacto con energía de vida de la naturaleza.

Como mencionamos con anterioridad, no se trata sólo de ver árboles para sentirse bien; si no de conllevar un vínculo de cuidado, en donde se permiten crecer tal cuales son. Esto permitirá recibir toda la fuerza y estabilidad que el cuerpo encarna. Envía energía positiva al agradecerle –verbal o mental– nutrir la tierra; planta un árbol para continuar con el ciclo positivo; ten plantas en tu trabajo u hogar; disfruta de más actividades en el exterior.


Recomendamos respetar las leyes de bosques a nivel mundial, y preservar y promover los jardines, huertos y bosques rurales y urbanos. Puesto que todo lo que sembramos, todo lo que damos, en acciones, palabras y deseos, es constantemente retribuido. 

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