La belleza de los árboles es indudable. Un
jardín con un árbol como nodo central es la imagen del paraíso. El árbol es
también el emblema de aquello que sostiene la vida. Pero, por fortuna, la vida
es diversa y la belleza es siempre plural. Entre el catálogo de árboles que la
biodiversidad nos ofrece, el eucalipto arcoiris (Eucalyptus deglupta)
seguramente es el más colorido, al menos en lo que se refiere a su tronco.
Las
tonalidades de este árbol, que recorren todo el espectro de la luz visible, son
generadas por el envejecimiento de la corteza que, al “cambiar de piel”, se
torna lila, verde, naranja y amarilla.
Este
eucalipto, también conocido como Gomero de Mindanao, es el único de esta
profusa especie que crece naturalmente en el hemisferio norte. Curiosamente sus
troncos multicolores son usados para hacer papel blanco.
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