El
arte óptico tiene mirada venezolana y su máximo exponente es Carlos Cruz-Diez,
quien nació en Caracas el 17 de agosto de 1923 y ha dedicado su formación
artística a la investigación sobre el color y su valor estético, tangible en la
intervención del espacio urbano y la arquitectura, así como la adición de
color, fisicromías, inducción cromática, cromointerferencia y cromosaturación.
Radicado
en París desde 1960, su trabajo estudia las condiciones cromáticas con las que
concibe al color como realidad autónoma desprovista de forma y soportes,
teorías expuestas en su libro Reflexión sobre el color (1989).
En
1940 ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Caracas donde se gradúa como
profesor de artes aplicadas, trabaja luego en las publicaciones La Esfera y Élite,
además de ser caricaturista en varias revistas y periódicos. En 1959 realiza su
primera muestra de Couleur Additive y Physichromie.
Venezuela
cuenta con varias de sus obras que intervienen el espacio urbano, como la
Ambientación de color aditivo (1978) en el Aeropuerto Internacional Simón
Bolívar, en Maiquetía (Vargas), Fisicromía en Homenaje a Andrés Bello (1982),
en Plaza Venezuela (Caracas) y recientemente el telón y butacas de la sala de
conciertos del Centro de Acción Social por la Música.
En 2015
el artista recibió la Turner Medal en Londres, Inglaterra, donde expuso la
muestra Carlos Cruz-Diez: Didaktik und Dialektik der Farbe, en el Das Kleine
Museum de Weissenstadt, Alemania. En 2014 como parte de su línea de integración
de obras con la arquitectura creó la Cromovela, en la Cinta Costera III, en la
ciudad de Panamá. Este mismo año publicó en París sus memorias con el nombre
Vivir en Arte, recuerdos de lo que me acuerdo.
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