Fuera
de esa piscina, donde luce dura y orgullosa, la nadadora venezolana Andreína
Pinto es una mujer vulnerable que suele perder el sueño y, en el silencio de su
cuarto, a veces se pregunta si será tan fuerte como todos creen.
"En
estos días no he dormido bien por el agotamiento, por las contracturas en los
músculos. Este domingo me preguntaron si quería quedarme en el hotel y venir
más tarde a la competencia porque me vieron agotada", confiesa Pinto,
quien con cinco medallas de oro sin duda será la reina de los Juegos
Suramericanos, destaca Efe.
Originaria
de Maracay, la atleta de 22 años dio una muestra de poderío en los tres
primeros días de los Odesur en los que fue por mucho la deportista más
destacada al ganar las finales de 200, 400 y 800 metros libres, 200 mariposa y
400 combinado, además de sumar dos preseas de plata en los relevos 4 por 100 y
4 por 200 estilo libre.
Antes
de cada prueba, Andreína dio una imagen de seguridad casi insultante para el
resto de las nadadoras que la vieron como invencible, una verdad a medias
porque en la vida real hasta la misma deportista dudó de su capacidad para
ganar todas sus pruebas.
"No
esperaba cinco de oro, pero salieron y ahora soy feliz", aseguró Pinto,
estudiante de nutrición de la Universidad de la Florida, donde se entrena bajo las órdenes del campeón olímpico
surinamés Anthony Nesty y del estadounidense Greg Troy.
Andreína
fue finalista de los pasados Juegos Olímpicos de Londres y terminó quinta en
los Mundiales de Natación del 2013, lo cual a su edad significa que ha entrado
en su momento de madurez y, con un poco más de trabajo, podrá cumplir su
obsesión de ganar medalla en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Sin
embargo, además de trabajar duro, la venezolana ha aprendido a desarrollar una
especie de sexto sentido relacionado con la mente y que la salvó del estropicio
este domingo cuando llegó agotada al estadio, pero fue capaz de ganar dos
medallas de oro en 30 minutos.
"La
clave estuvo en los 200 libres. Salí a darlo todo y por primera vez en mi vida
bajé de dos minutos. Al ver eso me llené de felicidad y nadé los 200 mariposa
tan emocionada que no sentí el cansancio", dice.
Todavía
le alcanzó para cerrar el relevo 4 por 100 y hacerlo bien para garantizar la
medalla de plata a su país. "Todo esto es consecuencia del entrenamiento
duro, en los Grand Prix me acostumbré a nadar varias pruebas en tres días y eso
me sirve cuando compito por Venezuela", afirma.
Es
una de las deportistas más hermosas de los Juegos, esbelta y con una piel
canela que hace juego con sus ojos verde claros, pero en Santiago ha cautivado
más por su personalidad y por su respeto a las rivales, como demostró al vencer
en los 800 metros a la chilena Kristel Kobrich y, al llegar a la meta, darle un
beso.
Y es
que detrás de su aparente arrogancia, Andreína Pinto es por encima de todo un
simple ser humano, tan cansado, que si le piden un deseo para premiarla por sus
proezas en Santiago, quizás elija tener una cama y mucho silencio para dormir
por muchas horas.
EFE
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