Para manejar mejor nuestras emociones debemos conocernos, para así preservar nuestro estado anímico y que así sea funcional en todo momento. Buena parte de la dirección de nuestra emocionalidad se aloja en nuestro cerebro en determinadas zonas que pertenecen al complejo sistema límbico, y en él intervienen múltiples factores como la alimentación, la autopreservación, la búsqueda de placer y mucho más.
Es
interesante acotar que este sistema no discrimina bien entre un hecho imaginado
y uno real.
Hay
variadas técnicas que nos pueden ayudar a este manejo, una de ellas es la
respiración consciente. Esta técnica vincula la emocionalidad con la
corporalidad en una relación interdependiente. Esto es notable cuando
observamos cómo cambia nuestro estado de ánimo al hacer una actividad física
caminar, nadar o bailar.
Conscientizar
la respiración nos puede servir para salir de la furia, para evitar una
reacción perjudicial tanto para nosotros como para nuestro contexto. Como
también salvarnos de aquellos momentos en que nos sentimos presos del miedo. En
estas situaciones la respiración suele entrecortarse y es superficial
(superior, no baja del pecho al abdomen).
Ejercicio
para tranquilizarnos en momentos de estrés
El
procedimiento consiste en introducir el ritmo respiratorio de situaciones de
tranquilidad y placer: lento, regular y profundo (abdominal) en las situaciones
en las que nos sintamos angustiados.
En
estos momentos, nos debemos sentar cómodamente y respirar por la nariz,
buscando disminuir el ritmo respiratorio y profundizarlo de manera de relajar
el sistema nervioso. Nuestros pensamientos se deben concentrar en la
respiración y no desviarse a otros rumbos.
Daniel Duque
Inspirulina
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