David
Jay es un fotógrafo con 15 años de experiencia que está acostumbrado a
retratar mujeres hermosas. Su
trayectoria profesional se ha desarrollado
principalmente dentro de la industria de la moda, por lo que delante de
su objetivo han pasado un gran número de deidades que han adornado campañas de
publicidad o portadas de revistas. Nada parecía predecir que en 2006 el cáncer
de una de sus mejores amigas le cambiaría la forma de hacer su trabajo.
A
muy temprana edad a Paulina se le diagnosticó un cáncer de mama, un mal que afecta
cada año a 10.000 mujeres por debajo de los 40. El duro tránsito que supone la
curación de esta enfermedad y sus consecuencias, tocó en lo más profundo a
David quien no dudó en agarrar la
cámara y animar a su amiga a quitarse la camisa y posar en “topless” ante ella,
para demostrar que la belleza sigue estando presente pese a las heridas y la
mutilación.
De
aquí nació The Scar Project (Proyecto Cicatriz). Una iniciativa artística que
busca quitar el velo y derrumbar los tabúes que aún rodean el cáncer de seno y
sus secuelas a través del retrato fotográfico. Detrás de Paulina, 100 pacientes
y sobrevivientes de la enfermedad siguieron sus pasos, desnudando su torso sin
tapujos, ante el lente de este fotógrafo cuyo trabajo vanguardista y atrevido,
tiene como propósito que pongamos la vista hacia las huellas de una batalla que
no puede ocultarse bajo un lazo rosa. Icono que rechazan muchas de las
protagonistas de estas imágenes, por verlo como un símbolo de la
“comercialización” de la enfermedad.
Jolene,
Melissa, Tamara, Sylvia, Kristin, Sarah, Jessica Ann, Cary y Katie son algunos
de los rostros de esta colección de 35 imágenes conmovedoras y cargadas de
honestidad, que comienzan a dar la vuelta al mundo, a fin de concientizar y
esperanzar a aquellas mujeres que también tienen sus cicatrices de esa guerra
que libran o han librado contra el cáncer.
Lo
que realmente despierta la admiración hacia The Scar Project es que la mayoría
de sus voluntarias no superan los 35 años. De hecho, a muchas de ellas se les
diagnosticó la enfermedad en pleno esplendor de la veintena, incluso desde los
16 ó 18 años de edad. Sin embargo, ni la juventud, el pudor o los complejos han
frenado a estas jóvenes, que han decidido exponer su cuerpo y sus marcas al
desnudo como testimonio de que hay una vida después del cáncer.
En
una sociedad en la que cada vez impera la “dictadura de la belleza” y la
“tiranía de la perfección estética”, David Jay y sus musas nos enseñan que lo
hermoso y lo bello, va más allá de lo anatómico y físico. Se trata de algo tan
sutil e indirecto que puede estar oculto en una sonrisa, una carcajada, una lágrima,
una mirada o en la historia de valor que se esconde detrás de una cicatriz.
Porque
como bien dijo el filósofo y escritor indio Rabindranath Tagore, “Aunque le
arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor”.
Cortesía
Inspirulina
Sabrina
Gelman
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