lunes, 13 de febrero de 2012

Relato de la Princesa y El Sistema Infernal


Bañada en aguas negras criaron a una princesa
Se cayó en un hueco la esperanza de salvarte.
Peligrosa y caprichosa como el buitre que canta en primavera
Me contagia la decepción y las ganas de ahogarte.

Más de una tarde grite tu nombre
Sentí dentro de mí una voz del infierno.
Fue una pesadilla, vi manos negras y gente pobre
Vi sus rostros y pies llenos de excremento.

Todos los buitres y zombies tocaban tambor alrededor del hueco
Brindaban con ron planeando humillarte.
La princesa nunca pensó en perder su reino
Nunca imaginó que los buitres iban a revelarse.

El golpe del tambor aumentaba su ritmo
Ella trataba de bailar y seducirlos como una bruja.
La manoseaban toda y la desnudaban
Por rica y engreída, iría a la tumba.

Yo veía todo desde lejos sin poder evitar la tragedia
El pecado me excitaba, dude de mí por un instante.
La codicia y los buitres me miraban como a una reina
Oh que placer, tanto poder. Cómo habré de negarme.


Desperté desnuda y sudada, sin entender el sueño
Sin querer decidir si levantarme o seguir durmiendo.
Trate de tomar aire, pero era demasiado denso
Quise mirar por la ventana, apreciar el lago, pero todo era negro.

Volteé la mirada, muchas moscas invadían mi patio
Me vestí, salí corriendo, sentía que algo gemía.
Podrido y ensangrentado encontré su cuerpo
Era la Perra Princesa que perdía la vida.

Mandé a la mierda al circo del cual la salvé días atrás
A los abusadores que la lastimaron y envenenaron.
Sus últimos días los pasó conmigo, sin chillar
Maldita violencia animal, que podrido está el cerebro humano.

Grite tu nombre de nuevo
En un abrir y cerrar de ojos, estaba en tu piel.
Éramos garrapatas enganchadas a tu pelo
Chupándote la sangre, una y otra vez.

Éramos parte de ti, una perra infernal
Fingiste tu muerte inocente para vengarte.
Como toda una mujer, armaste una fiesta sin igual
Todo para torturarnos y de nosotros adueñarte.


Los buitres, resultaron rojos y opositores
La muy perra, burguesa.
Todo estaba escrito en la novela
Y al final, eran mías las decisiones.

No era un sueño ni pesadilla
Tampoco zombies, eran hombres de verdad.
Que destruyen toda mi esperanza
La destruyen con su corrupta, cochina autoridad.

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